lunes, 26 de noviembre de 2012

Volar en oscuridad




Para mis contemporáneos y nuestros padres.

Nací en 1989. Mi vida llegó con la muerte de otras cosas, por lo menos con su anunciación. Y no partían cosas cualesquiera: estaba muriendo la supuesta garantía de una alternativa, la presunta prueba práctica de la utopía.

Llegué pues a este mundo en medio de desmoronamientos, de cierres de era, telones tremebundos que caían pesados sobre ideologías que lucían, a duras penas ya,en un convulso escenario.

En Cuba, “una islita muy chiquitica, con una dignidad demasiado cara”, como dice un personaje de cine antes de partir definitivamente de esta tierra y enrumbar al norte,“se acabó lo que se daba”. Yo no lo extraño: no lo conocí.

Un curso de Economía cubana me hizosaber que el hecho de que este país sobreviviera al derrumbe del bloque soviético había sido, literalmente, un milagro. El profesor lo explica con todos los números de las buenas explicaciones. Pero eso no lo recuerdo, solo caló en mí desde entonces y para siempre aquello de “literalmente un milagro. Nunca, ningún país, en ningún lugar del mundo…”.
La canasta básica se redujo ostensiblemente, el transporte se convirtió en una pesadilla, la ropa escaseaba, la gente dejó de engordar y de tener hijos. Llegaron los famosos apagones. Me acuerdo de mi madre diciéndome: “Apúrate con lo que estás haciendo, que hoy es día de apagón”. Recuerdo ratas pasando veloces por los tendidos eléctricos de la calle; presencia ridícula entonces: cables muertos, apagados. Me acuerdo de mi abuela diciendo que ya, que está al prender "la chismosa".

De pronto fueron siendo menos frecuentes. Ya prácticamente no hay. Fue para mí un primer síntoma de cierta recuperación. Ya los apagones eran un poco del pasado. No los sentía tan cerca.

Pero mi recuerdo infantil de la ausencia de energía eléctrica –y mátenme, víctimas justificadamente traumadas– no puede ser más feliz: todo el mundo estaba despierto, no estábamos los niños forzados a ir a dormir temprano, cantábamos en el portal, tirados en el piso, jugábamos a los escondidos, y era seguro aunque fuera de noche: todas las familias estaban en los portales, en las aceras… sobre todo recuerdo sentir que estábamos todos en lo mismo, y se sentía bien.

Moisés, un vecino, tenía una planta, y llevó con ella el televisor Caribe al parquede al frente, para los que quisieran ver la novela. Creo que ese día tocaba la brasileña.

Ese es también el escenario de mi recuerdo más bonito de los apagones.Un recuerdo especial, dulce: mi padre y yo íbamos al parque a coger fresco –unfresco que era casi lo único que rompía el silencio, aquella multitud de televisores, radios, grabadoras y refrigeradores mudos, la ausencia de todo lo electrodoméstico de nuestro ruido–.

Allí, además, estaban los murciélagos, que siempre me llamaron la atención. ¿Cómo se las arreglan estos bichos en el aire de noche, sin luz? Mi papá me explicó cómo podían volar en la oscuridad. No creo que haya dicho ecolocalización ni cosa tan terminológicamente científica. Una versión didáctica para niños, acaso. Pero me maravilló.

Pocas conversaciones he disfrutado tanto como las de aquellas noches,en que la exclamación colectiva cuando llegaba la luz, me provocaba contentura y desencanto a la vez.

Ahora no lo soportaría, supongo que me estoy poniendo vieja, entiendo los perjuicios, las implicaciones, soy más consciente; supongo que tengo trabajo que hacer, cosas que estudiar, que mi sensibilidad y mi espectro se han desarrollado y preciso ahora de lecturas, de películas célebres y otras cosas que requieren de “luz”... y aquel placer elemental de refrescarme en un banco y mirar animales que una vez me parecieron extraordinarios, podría quedardistante, hacerse pequeñito, olvidado. Pero de noche, si veo murciélagos, si camino por el parque, y sopla una brisa que en veinte años ha sido igual, y las ramas baten como en aquellas noches negras, la memoria me sonríe y la evocación es tan fuerte que estoy de pronto en su motivo. Yo aprendí una vez cómo lo hacen, cómo es que se puede volar en la oscuridad.

martes, 4 de septiembre de 2012

“Llévese a casa un pedacito de historia por solo 5 CUC”


El origen de estas líneas tiene dos años, y está en Santiago de Cuba. Hace dos años el origen de estas líneas llegó a ser algunos apuntes entre borrones, cuando era todavía cercana la época en que escribía primero en papel y transcribía después en la computadora. “En la computadora no logro inspirarme”, decía en primer año de Periodismo. Ahora es casi lo contrario. –En definitiva espero que se trate de algo más que de una cuestión de soporte–. La cuestión es que aquello estuvo mucho tiempo signado a seguir siendo eso: apuntes sin mejor destino que una gaveta. Nunca escribí lo que quería y ya después era –creía yo– demasiado tarde. Pero Santiago volvió a pasar por mí, y aquel origen que llegó a borrador, fue tristemente vigente.

Resulta que el mercado muestra dotes de conquista casi ilimitadas, cualidades de ubicuidad plenipotenciarias, y me sorprende colándosele a la mismísima historia; incluso a la mismísima historia de sociedades que lo rechazan por principio. Eso sentí al final de mi visita a la Ciudad Escolar 26 de Julio, antiguo Cuartel Moncada, y ver de nuevo, después de dos años, que junto a mapas de Santiago de Cuba y postales de la bahía, estaban –también a la venta–, como un adorno, como el más tropical souvenir, como el llaverito más vernáculo e inocente, brazaletes del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, a 5 CUC. (Y evocar entonces los “cubanos convertibles” era ya sarcasmo, burda carcajada de la situación). 

Palidecí al verlos. Reposan junto a una vidriera. Y me imaginé después que en Chiapas vendieran pasamontañas como los que usan los zapatistas. No, mejor: en las canteras de San Lázaro una oferta de grilleticos, como el que llevó Martí. Si parece apenas ofensivo que haya billeteras, carteras, pañuelos, mochilas, cintos… con la imagen del Che Guevara. ¿Acerca eso a la gente su historia? Pero todo eso lo pensé después, ahí no tuve ocasión de elaborar nada. En mí no cabía otra cosa que estupor, y la tristeza de ver que, a metros de la celda en que estuvo Frank País, y de una de las habitaciones donde torturaban, de los mismos muros sobre los que cayeron abatidos a plomo los muchachos que asaltaron el cuartel aquella mañana memorable, el público podía adquirir un brazalete del Movimiento.

¿Quiénes los hacen? ¿Inspirados en qué? ¿Qué energías les infunden? ¿Qué esperanzas cifran en ellos? ¿Y quiénes los compran? ¿Adónde los llevan? ¿Cómo los llevarán?: en una bolsita de nylon seguro; ¿se atreverá alguien a portar alguno en su hombro?

Triste destino para unos pedazos de tela en otro momento transportados celosamente por los clandestinos en la ciudad, subidos a las lomas con indecibles precauciones, caídos como sus portadores, llevados con orgullo, como prueba de elección, de aceptación de la muerte posible, de que se pertenecía a un grupo, que se profesaba una fe, se tenía un sueño. …Descendientes en desgracia, junto a un frío vidrio, con un precio que los vulgariza, que es indigno de su historia, rodeados de pacotilla para turistas, sacados de su espacio y de su tiempo, lucían marchitos, nunca más distantes de aquellos que se ceñían a las mangas verde olivo, arriba en las montañas, tan cerca de las nubes.

5 CUC, M-26-7…  No termino de creerlo.

lunes, 27 de febrero de 2012

Un mensaje que me hizo considerar con un mínimo de seriedad dejar de estudiar una noche y dedicarme exclusivamente a la correspondencia



Hace un tiempo envié un artículo a mi lista de correos, donde Heinz Dietrich y Atilio Borón polemizaban de alguna manera –no recuerdo si directamente, o si alguien reunió y contrastó criterios de ambos-, acerca de las opciones de la izquierda o de las corrientes o iniciativas alternativas al capitalismo. A partir de ellas hacían propuestas. Yo prometo buscar ese artículo, mientras, dejo aquí la opinión que me mereció, y que le escribí a un amigo ante su pregunta “¿Qué crees del artículo que mandaste?”. Mi respuesta fue:



Este es un mensaje que me hizo considerar con un mínimo de seriedad dejar de estudiar y dedicarme exclusivamente a la correspondencia. Me prometo averiguar cuál es el síndrome de no poder tener correo pendiente a enviar, a leer o a contestar, e informarme sobre su tratamiento. Tenía un par de trabajos pendientes, sin tiempo suficiente para hacerlos como dios (o el reglamento escolar) mandan, ¡y me he pasado la noche contestando mensajes!!! Supongo que se trata de algún desajuste en la jerarquización de mis deberes… bueno, mañana empiezo el reordenamiento de mis prioridades…

(“Mañana”, qué típico..)

A mí Boron me cuadra bastante. Y le tengo una especie de cariño por haberme facilitado un argumento en uno de sus libros. (Era un argumento que venía necesitando desde hacía tiempo, para mí y para otros). Hace dos años tuve la oportunidad de entrevistarlo, cuando estaba de prácticas en la Mesa Redonda. Le pregunté sobre regulación en la prensa, sistemas políticos y “cuotas” de libertad de prensa, esas cosas… a propósito, qué mal lo de Kaos[1], a veces nos tratan como a niños chiquitos, no aptos para el consumo de ciertas cosas. Qué manía,, hasta cuándo vamos a permitir eso?? ¿No es evidente que nada nos hace tanto daño como ese tipo de actitudes?


A Dieterich no lo he leído con el suficiente grado de consciencia.
Sobre el socialismo del s XXI probablemente haya muchos más criterios encontrados que los de ellos dos.

La del artículo me parece una propuesta interesante, nada sospechosa: colaboración internacional. De hecho creo también que es la única posibilidad de sacar adelante alguna alternativa no capitalista. Está muy duro hacer el socialismo o cualquier sistema superior en el tercer mundo, que además sigue estando donde los del primero toman las decisiones, y que además están dotados de todas las herramientas para hacer lucir su sistema como el culturalmente deseable. Estoy cansada de que la gente me diga que el capitalismo es el camino al desarrollo (aislando metodológicamente la conceptualización de desarrollo en aras de la síntesis), porque es lo que tienen Alemania, Inglaterra, Suiza y Estados Unidos,,,, se les olvida que también es el sistema regente en Haití y en la mayoría de los países más hundidos en el subdesarrollo. Aunque ahora, con el “desmontaje” del estado de bienestar supongo que la cosa cambia.


En el seminario de estos días alguien dijo que hemos estado entendiendo como socialismo todo lo que se le oponga al capitalismo. Ahora, yo, uniendo cosas que he vivido, escuchado, visto… en los últimos tiempos, creo que: 1.para construir una propuesta antisistémica hay que conocer cuál es la esencia del sistema que se pretende superar/negar; 2. desconfío grandemente de las propuestas por reacción que terminen en posturas “opuestas”, cuando en realidad, lo mismo están rechazando solo cuestiones formales o superficiales del capitalismo, o están reproduciendo sus relaciones de dominación, sus estructuras hegemónicas… No hay otro método para la libertad que la libertad misma, ya hemos tenido suficiente de el-mismo-perro-con-otro-collar (mas bien el mismo collar con otro perro).

Otra cosa es que el poder, llegado el momento mostrará su lado más feo, se legitimará a través de la fuerza,,, para eso la tiene. Normalmente se impone culturalmente, se reproduce en ideología, pero cuando esto no resulta efectivo,,, bueno, hay toda una carta: fascismo, terrorismo de estado, regímenes autoritarios, dictaduras militares,,, incluso combinaciones muy interesantes.

El socialismo de nuevo:,,, me molesta sobremanera que me hablen mal de él en nombre de hombres o políticas que han actuado bajo su bandera. En la URSS no hubo socialismo y en Cuba no sé si alguna vez lo hubo, o si lo hay o lo habrá. Yo pienso que el socialismo es una manera de vivir, no un sistema económico aislado de la manera en que la gente lo vive, no es algo que se instaura en las leyes y los decretos que regulan la vida de la gente –aunque también-, es una manera que tiene esa gente de relacionarse con lo que produce, con los que le rodea, con la naturaleza,, es una opción política en todo lo amplio de la palabra. No es algo que se instaure un día o que se pueda “caer” otro. Si bien evoluciona en el tiempo, gracias a la querida (y preterida) dialéctica.

Nuestro caso es muy muy complejo. Me tiene pensando mucho recientemente. Para zafar de ciertas ataduras conceptuales yo he definido mi modelo como lo siguiente: yo quiero igualdad de derechos y que la gente sea feliz, en desarrollo de sus potencialidades y enriquecimiento de su espiritualidad. Lo que me dé eso, sea lo que sea, bienvenido, y que no cueste muertos. (tengo un amigo matemático que me dice que “eso es estadísticamente imposible”,, mala pata que tenemos en este planeta, no?) Hasta ahora me ha parecido que el socialismo es un camino, pero no le tengo miedo a otra cosa, tenga el nombre que tenga.., si proporciona lo que constituye mi aspiración, me apunto.

En las clases de economía política del socialismo, discutíamos el tema de China y la vieja cuestión: qué construimos primero: una base material a partir de la cual trabajar sobre las conciencias,,, o creamos la conciencia que permita un modo específico de desarrollo de la base material??
Error básico: separación sujeto-objeto, con la agravante de que las conciencias no se “construyen”, al menos no por decretos, o no se ponen en pausa mientras los cuerpos que ellas habitan (¿?) están construyendo la base material; y, seguramente, no se trabaja sobre ellas. El otro día en el seminario algunos observábamos los maniqueísmos en los análisis: la economía por un lado y la subjetividad social por otro,, primero resolvemos la cuestión material y después nos arreglamos con la gente, o al revés,, como si en la realidad pudiera detenerse la vida, congelar variables, aislar: base y superestructura separadas, aisladas, independientes, cada una por su lado relajada y campestremente.
Yo creo que lo mejor sería…..he tenido un Black out,, no sé,, no sé qué sería lo mejor….a lo mejor ni siquiera está en las opciones la cuestión sino en la manera en que las miramos.
Me molesta que Dieterich ponga las opciones como en una carta, un menú en el que cada cual escogerá el plato que más le guste (más bien el que alcance a pagar). Yo pienso que las opciones no se niegan entre sí totalmente, ninguna es totalmente mala o totalmente buena, efectiva o inefectiva,,, hay matices!!!, hay niveles intermedios!! Hay interpenetraciones!!, hay rasgos comunes y rasgos diferentes!!! Creo que tendríamos que desmembrar o desarticular las opciones, sacar lo mejor de cada experiencia, recombinar todos los elementos según nuestras condiciones y así, asimilar las cosas y resignificarlas según nuestros intereses y nuestras características, según nuestras necesidades.

Mientras la onda de la Tricontinental a mí me encantaría,, sería lo ideal: imagine there´s no countries…
Lo que más quisiera es que lo que sea no se convierta en lo que ha sido, que de verdad revolucione la cosa, que supere profundamente al capitalismo y los sistemas presuntamente contrarios.
Eso es lo que creo del artículo que mandé

Saludos,
M.

Nota: por alguna razón, tenía ganas de repetir los signos de puntuación, acaso a manera de énfasis de los mismos ¿?




[1] Se refiere a que este amigo me comentó que habían bloqueado Kaos en la Red en su trabajo.

viernes, 24 de febrero de 2012

Mal agüero



Este año me gradúo. Llega el fin de una etapa y el principio de otra. Adiós a la vida estudiantil, adiós al grupo de clases, esta vez “la escuela” terminó para siempre. Finalmente somos grandes (oh, viejo –y ahora recurrente– deseo de la niñez). Pronto estaremos trabajando, algo que ya ha hecho la mayoría de nosotros, solo que esta vez será en serio, será “de verdad”.
Hace unos meses nos parece inevitable pensar que de lo único que vale la pena hablar es la tesis y la ubicación laboral. Todos particularmente curiosos y ansiosos a propósito del segundo de estos temas, llegamos a la primera reuniónpara tratarlocon la persona dispuesta con esa función.
Qué tristeza, qué fealdad, qué cubo de agua fría: no hubo un comentario de aliento, una cita memorable, unrecuento bonito, un estímulo, una felicitación, una incitación, no hubo una frase de acercamiento, de comprensión, de disposición, no hubo un solo voto de confianza… No. Lo que merecen cuatro grupos de jóvenes cubanos casi graduados de la Universidad de La Habana son regaños -caso raro- apriorísticos, anticipados.
Después de casi media hora, al salir, lo único que supimos de la ubicación es que a ninguno de nosotros se le puede ocurrir estar in-ven-tan-do, ni traslados, ni cambios de dirección, ni propuestas, ni iniciativas en los medios en que nos ubiquen. Lo único que sabemos de la ubicación es que no se nos puede ocurrir solicitar trabajar en una redacción en específico por tener experiencia en la materia, porque nosotros no somos periodistas, somos ¡pichones de periodistas!, no sabemos nada, no somos ningún ombligo del mundo, no somos el centro de nada… (Y nosotros que pensábamos que éramos, nada menos, el centro del futuro de este país, la famosa cantera… ¿Somos nosotros los equivocados, o es esta señora que habla la que no está enterada? ¿Cómo es posible que no esté enterada?)
Lo único que supimos de la ubicación es que todos sabemos que la capital de todos los cubanos es muy linda, muy bonita y todo eso, pero el que es de Matanzas, ¡se va pa´Matanzas!; y el de Pinar del Río, ¡se va pá Pinar del Río!(Si La Habana fuera un continente, el mensaje me habría recordado la política antiinmigrante tan criticada por nuestros medios; pero no, La Habana es una provincia, ¡además esto es Cuba!, de modo que espanto la analogía como a una mosca).
Supimos también que cuando seamos ubicados, es a trabajar, y no a estar faltando, ni inventando trabajo en la casa ni nada por el estilo, vamos a un lugar que ya tiene su dinámica y no somos nadie para alterarla. (Sacrílega la dialéctica).
La mítica depositaria de la facultad de decidir nuestros destinos dicta su horrible cartilla, no habla con dulzura, ni en tono ni en contenido. Habla con un látigo en la mano, yo no lo veo, pero lo siento, nos pica cerca con cada palabra. No parece grave, pero lo es. ¿Cómo va a decidir sobre nosotros alguien que desconfía así, que sin conocernos nos atribuye actitudes irresponsables, indolentes; que parte del supuesto de que estamos solo buscando la manera de hacer trampa, de enmarañar, de escalar, de buscar provecho a partir de alguna condición, de engañar, de desoír orientaciones, de desconsiderar, de burlar… alguien que nos trata como a un grupo de chiquillos prepotentes y equivocados, irrespetuosos, vagos, inmaduros, pedantes, incapaces? …Alguien que nos aborda en la cuerda del ni se vayan a pensar, ni crean, ni se les ocurra…¿Quiénes nos hemos creído que somos? No sé…¿Quiénes cree ella que nos creemos que somos? ¿Por qué? ¿Partiendo de qué experiencia? ¿Quiénes son los graduados que ha conocido hasta ahora? ¿Los ha conocido? No es posible que seamos tan malos. Me niego a aceptarlo. Esa es la cuestión:lo que pasó en esa reunión es inadmisible, y triste.
¿De dónde ha salido esta mujer que se dirige a nosotros casi con asco de lo que cree sabernos capaces de hacer?  “¿Cuál es su formación?” –preguntoa mis compañeros y no saben contestarme– búsqueda pendiente, por una cuestión de orden, para saber dónde se forma alguien así.
Me fui esperando unas palabras de despedida como aquellas de recibimiento, hace ya cinco años: “sean bienvenidos a la facultad de la profesión más linda del mundo”, o la mejor, ya no recuerdo bien, pero que fue tan estimulante, tan alentador, tan despertador de cosas interiores, de animales creativos, de ganas de hacer, decir y cambiar… para bien, por supuesto.Extrañé aquella confianza, aquella identificación, aquel mensaje de estamos por lo mismo, cuenten con nosotros,contamos con ustedes... Nos fuimos sin una invitación a asumir los retos tremendos del terreno de la comunicación en este país, la misión de hacer una prensa revolucionaria con minúscula, martiana, comprometida con el pueblo cubano. Nos fuimos sin la advertencia de que nuevas y grandes responsabilidades recaen ahora sobre nosotros y debemos (porque también queremos) estar a su altura. Nos fuimos sin un solo gesto amable de aquella portera de la vida laboral, de esa ama de llaves, tristefuncionaria, triste oradora, triste ubicadora de personas que quieren comunicar (se).
El paso por este umbral no podía de ninguna manera ser así. Y fue.

jueves, 23 de febrero de 2012

El primer post

Después de mucho tiempo comentando hasta el cansancio y citando blogs ajenos, me decido a abrir uno mío. Vamos a ver qué pasa